TELAR DE LA SANGRE
¿Qué hago con esta sangre de dos sangres?
¿Qué hago con el silicio que me habita?
¿Qué hago con estos pómulos de huarpe
y esta barba telar encanecida?
¿Y qué con mi memoria irreverente
que no quiere olvidar y que no olvida?
¿Y este idioma curtido a la intemperie
sobre el idioma muerto de mi raza?
¿Con esta antigüedad de antigua piedra
y la genealogía de mis padres?
¿Qué hago con este polvo enamorado
de mi palabra nueva en tu palabra?
Madre de pueblos, loca y fundadora,
¿Por qué me habéis abandonado?
¿Dónde cayó el abuelo violador
que asesinó a mi abuelo milenario?
Y tengo que asumirte. Si te niego
seré el americano más cobarde.
Para saldar las cuentas del martirio
hay que aclarar las aguas.
Admitirte en la cruz del genocidio
y en la espada de sangre que es mi sangre.
Por las claras del día, madre ausente,
quiero verte la cara,
por trescientos millones de tu cría
y por quinientos años de olvidarnos.
De otro modo no vengas, si no vienes
a asumirte en la sangre de tu sangre.
Mis hembras han tejido en su paciencia,
telar continental, todas las sangres.
Armando Tejada Gómez
lunes, 14 de octubre de 2013
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